Corea del Sur está experimentando un cambio sociopolítico drástico: el 77% de los varones menores de 30 años apoyaban el movimiento #MeToo en 2018, pero esa cifra se redujo a 29% en el 2021, y sigue decreciendo.
El actual gobierno he promovido activamente narrativas antifeminismo, y el panorama sociopolítico se ha polarizado significativamente, incrementando los casos de abuso laboral contra trabajadoras por identificarse como feministas, o incluso despidos a actrices por apoyar lemas normalmente asociados al feminismo.
Ante eso, el movimiento 4-B (no tener sexo con hombres, no dar a luz, no salir románticamente con hombres, no casarse con hombres) ha tomado relevancia significativa. Este movimiento, catalogado como radical, se opone directamente a las políticas conservadoras y patriarcales impulsadas por el gobierno, e impulsa a las mujeres a rechazar completamente las expectativas sociales asociadas a ser mujer o la feminidad.